Expresa el desamor a tu manera
Cada uno tiene su propia definición de qué es el amor. Puede ser eso que sientes por una persona especial (o por muchas personas especiales), por tu madre, tu padre, por tus amigos… También puede ser ese cariño especial que nos despiertan las mascotas. Y por supuesto, un amor sin igual es eso que sientes por tus hijos.
Más allá de lo que sea el amor para ti y de las muchísimas formas para expresarlo, nunca nos paramos a pensar lo que es el desamor y cuando llega lo gestionamos de una forma compleja y traumática. Nos educan para amar, no para romper una relación y afrontar el desamor, separar unos hijos de los padres y comenzar de nuevo.

Hace unos años me tocó asesorar a una mujer que tenía algunas dificultades, sobre todo ajustar su mentalidad al nuevo estatus de la ruptura. La resistencia que imponía frente a la realidad que estaba viviendo impedía a toda la familia gestionar la situación. Realmente lo puso muy complicado, a mi la primera porque trazaba una estrategia legal y ella hacía lo contrario.
A modo de resumen de aquella traumática historia de desamor puedo contaros que se trataba de un matrimonio convencional con 20 años de convivencia a sus espaldas y 3 hijos adolescentes de 17, 15 y 13 años y una buena posición económica.
Un día la esposa “pilló” un whatsapp del marido que la puso en alerta: “aquí hay otra”. Entonces se encela, se ciega y ya no hay forma de parar el embiste. Efectivamente había otra y con su ataque de cuernos puso a la familia contra las cuerdas: echó al marido de allí ipso facto sin tan siquiera recoger sus cosas personales. Sus hijos estupefactos, no alcanzaban a entender la situación, solo escuchaban la versión de la madre poniendo a caer de un burro al padre, a ese que había sido su gran referente afectivo y buen padre de familia durante años.
El nivel económico de esta familia era muy alto, aunque eso no significa que esté en armonía con la buena educación y además la infidelidad, provocó una grandísima batalla sin importar un pepino la situación de los hijos, solo importaba el dinero y el orgullo por encima de otros valores, “porque esa no se va a quedar con lo mío”. Aquello se convirtió en un acoso y derribo de la esposa contra el esposo como yo no he conocido hasta el día de hoy.
La esposa no aceptaba que la relación se hubiera terminado y, contradictoriamente, tenía la esperanza de poder recuperar a su marido ya que ella “es la madre de sus hijos y la otra un pasatiempo”. Estábamos en la fase de la negación unida a la del enfado, rabia e ira por la infidelidad, en la que buscaba las razones de lo ocurrido, tanto en ella misma (“qué habré hecho mal”) como en el marido y su amante.
La fase de negociación, en la cual empezamos ya a buscar soluciones, nunca llegó. Habíamos hecho algunas gestiones para que el marido sacase sus bienes personales de la vivienda fijando una fecha para ello. Pero la esposa esperó en la casa escondida ese día que el marido fue acompañado de un amigo para sacar sus cosas. La esposa cuando le vio coger su ordenador salió de su escondite como una leona y le agredió, tiró el ordenador al suelo, lo pisoteó, clavó unas tijeras a la maleta con sus ropas, gritaba y pegaba a su marido hasta el punto de que el hombre tuvo que salir huyendo de la casa. Pero no fue suficiente para ella, se montó en su coche (un Range Rover grande) y le persiguió por la urbanización cual película de mafiosos, insultándole, acosándole hasta que tras varias denuncias de los vecinos, se unió la Guardia Civil a esa persecución para pararla, pero ella no paró hasta que lo empotró contra una valla dejando el coche del marido siniestro total (un Mercedes Benz) y a él gravemente herido. Ella estaba satisfecha en ese momento porque “he hecho justicia”. Sí, para esta mujer el desamor fue rencor, soberbia y odio. Todavía se me ponen los pelos de punta cuando lo recuerdo porque a mi me llamaron de la Comandancia de la Guardia Civil para asistir a mi cliente que estaba detenida por varios delitos, entre ellos el de asesinato en grado de tentativa, muy grave.
Como veis, era imposible negociar un divorcio y no dio tiempo a interponer una demanda contenciosa porque los acontecimientos se precipitaron. Aquello acabó del revés para ella porque ingresó en prisión. Se llevan la fama los hombres con el tema de la violencia de género pero también existen mujeres que ejercen violencia sobre los maridos.
La última fase del desamor abarca un periodo donde se experimenta la tristeza y el dolor en sí y se quiere llorar ese dolor. Y por último, viene la de aceptación, en la cual se asume lo que ha pasado. Hace seis años de aquello, esta familia se destrozó por no saber gestionar el desamor y el divorcio se orientó a proteger a los hijos de semejantes padres y el patrimonio común se sigue liquidando a día de hoy en los tribunales entre periciales, contra periciales, recursos y demoras procesales varias.
¿En necesario llegar a esto?
El desamor no es odio, frustración o fracaso, el desamor es la asimilación de que aquel proyecto común no funciona por el motivo que sea y hay que poner solución. La clave está en aceptar la situación, en reconocer que la historia ha terminado y saber poner el punto final. No fijes tu objetivo en recuperar al otro, o en odiarle porque te fue infiel, sino en aceptar que la vida sigue. No supliques amor a la otra persona, no pidas amor a quien ya no quiere estar contigo y se fue con otra, porque las parejas son para disfrutarse, no para sufrir. El sentimiento de culpa, la autoestima y el desapego en estas circunstancias están latiendo fuertemente porque cada uno ha de responsabilizarse de su dolor y de cómo lo vive.
Tras el desamor viene el divorcio. La ley nos ofrece dos tipos de divorcio, el de mutuo acuerdo y el contencioso. Mucha gente no tiene claro el procedimiento a seguir, algo lógico si tenemos en cuenta que no es un proceso común en la vida de las personas. Es frecuente que los clientes inicien su relato explicando las causas del deterioro de la convivencia, infidelidades, indiferencia por los problemas del otro, etc. Sin embargo, lo cierto es que no es necesario alegar ninguna causa o motivo para proceder al divorcio. La Ley sólo establece un requisito para que se pueda solicitar el divorcio: que hayan transcurrido tres meses desde la celebración del matrimonio. Este requisito no será necesario en los casos en que se acredite la existencia de un riesgo para la vida, integridad física, libertad, la integridad moral o libertad e indemnidad sexual del cónyuge o de los hijos, por ello, para superar un desamor y seguir adelante con la vida es necesario tramitar un divorcio sin buscar culpables, orientado a no perjudicar a nuestros hijos para quienes somos su referente y a empezar de nuevo con la esperanza de que hemos venido aquí para vivir y no para sufrir.
Puedes tener que enfrentarte a algunos temores personales y hacer las paces con algunas viejas heridas. Tendrás que dejar de lado lo viejo para hacer espacio a lo nuevo que está viniendo, aunque puede ser un poco difícil por momentos, es el camino.
Mi misión es ayudarte a conseguir tus objetivos y contribuir a que el divorcio sea lo más llevadero posible, así que estoy muy emocionada de que te hayas decidido a empezar. Llámame o escríbeme y cuéntame tu caso.